En un trágico suceso que ha conmovido a toda la comunidad, se reportó la triste noticia de la muerte de un niño de tan solo cuatro años en la presa del Puente de San Bernabé, ubicada en el municipio de Almoloya de Juárez. Los hechos ocurrieron en la tarde de este lunes, dejando consternados a familiares, vecinos y autoridades locales.
Era como a las 12:30 cuando unos chiquitos, de siete, cuatro y dos años, estaban jugando cerca de la presa que está por donde se hace el tianguis los lunes.
«Los niños andaban en la orilla y dos de ellos cayeron al agua, uno se alcanzó a salir pero el otro ya no pudo«, relataron comerciantes del tianguis.
Cuando se supo que los menores habían caído al agua, algunas personas que se encontraban en el lugar de inmediato se acercaron para intentar rescatar al menor en apuros. Sin embargo, la situación resultó más desafiante de lo que se esperaba y lamentablemente no se pudo lograr el rescate a tiempo.
Ante esta situación crítica, las autoridades locales y los cuerpos de emergencia fueron alertados y se movilizaron rápidamente hasta el lugar del incidente. Agentes de la policía, paramédicos del Servicio de Urgencias del Estado de México (Suem) y bomberos de Protección Civil de Almoloya de Juárez trabajaron de manera coordinada y decidida para encontrar y rescatar al niño de las aguas turbulentas.
Con el esfuerzo conjunto de los rescatistas, se logró finalmente localizar al niño, aunque lastimosamente ya no se encontraba con vida. Fue un momento desgarrador para todos los presentes, quienes habían mantenido la esperanza de poder salvarlo.
«Estaban jugando de este lado de la presa, pero la corriente del agua se llevó el cuerpo del niño hasta de aquel lado«, comentaron comerciantes que llegaron al lugar.
Tanto el papá como la mamá de los menores llegaron a la presa del puente de San Bernabé solo para identificar el cuerpo del pequeño de cuatro años.
PADRE DESCONSOLADO
El papá del menor, abrumado por la desgarradora tragedia que había acontecido, permaneció durante más de dos horas conmovido y desconsolado, custodiando el cuerpo inerte de su amado hijo. Envuelto en una sábana blanca, el pequeño descansaba en silencio, rodeado por un aura de tristeza y desamparo que inundaba el lugar.
Mientras la lluvia comenzaba a caer, algunos familiares se acercaron para brindar apoyo al afligido padre. Conmovidos por la situación, intentaron mitigar el sufrimiento incrementado por ese clima, colocando una cálida chamarra sobre el cuerpo del niño. En ese momento, cada gesto de apoyo y consuelo se convertía en un bálsamo para el corazón roto del padre, aunque nada podría realmente aliviar el dolor desgarrador que sentía.
